Refugio Sostenible: Diseño en la Costa de Oaxaca

En un momento en el que la temperatura del planeta está en constante aumento, la responsabilidad de los arquitectos y diseñadores de trabajar en proyectos energéticamente eficientes se vuelve crucial. Esta responsabilidad fue el principio rector que guió su visión cuando se les encargó diseñar una residencia para una pareja que deseaba su propio refugio paradisíaco en la costa de Oaxaca.

La casa, con una superficie de aproximadamente 250 m2, está ubicada en La Barra, una zona conocida por su terreno montañoso. Este terreno específico ofreció una ubicación privilegiada, elevada lo suficiente como para tener vistas al mar y a las montañas desde la calle. El terreno, de 357 m2, tiene una forma peculiar, con vértices que apuntan hacia el norte y el sur, formando un ángulo recto hacia el este. Hacia el oeste, los límites se curvan suavemente, ofreciendo una vista panorámica del mar de casi 180°.

La estructura del edificio se ajusta al contorno del terreno; se diseñaron dos circunferencias con el mismo radio que se cruzan de forma que el centro de una coincide con el perímetro de la otra. Dentro de estas, se encuentran dos cuadrados que contienen la mayoría de las áreas funcionales.

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La extrusión resultante de estas formas produce dos volúmenes cilíndricos que se unen, formando una estructura envolvente de concreto azul vibrante que recuerda los tonos del océano. Esta envolvente está atravesada por cilindros que crean aberturas orientadas hacia los cuatro puntos cardinales. En el interior, se encuentran los espacios habitables, diseñados de forma abierta para permitir la circulación de aire fresco, enfriado naturalmente por la brisa marina, eliminando la necesidad de aire acondicionado.

Grandes puertas corredizas, hechas con listones de madera, definen los espacios interiores y promueven una arquitectura flexible donde el interior se fusiona con el exterior. Las habitaciones se convierten en terrazas, y el comedor se integra con la piscina. La disposición del diseño y la capacidad de abrir secciones enteras de la casa crean un flujo interactivo entre los espacios, convirtiendo la casa en un punto de conexión entre los residentes y la naturaleza.

La decisión de los materiales se fundamenta en la utilización de elementos locales, elaborados por la comunidad. El mar, la arena y la vegetación fueron las principales influencias al elegir los materiales para este proyecto. Los tonos azules del concreto rústico hacen referencia al mar, mientras que los arcos evocan las olas que chocan contra los suelos y muros de chukum de color arena. La madera de macuil utilizada en las puertas se asemeja a un bosque que proporciona sombra y protección contra el sol.

En resumen, este proyecto surge de una reflexión sobre cómo las construcciones afectan su entorno. El flujo del viento y su efecto en las corrientes marinas determinaron la permeabilidad del edificio, aprovechando estas corrientes para garantizar una mayor eficiencia energética y proporcionar a los residentes un refugio excepcional en total armonía con el paisaje circundante.

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Fuente: www.archdaily.mx

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