Rafael Rodríguez

Sus manos hablan. Nos cuentan muchos años de trabajo duro, en el taller familiar de matricería. Hasta que un día se preguntó ¿por qué no? Y entonces nació, una pieza única, un clásico futbolín con detalles hasta entonces nunca visto.

Desde entonces sufre intensos episodios de levitación, los pies se despegan a menudo de lo convencional, sus ojos se iluminan. Son los clásicos síntomas de quien pasa hambre, de quien necesita saciar su apetito creativo. Como él mismo señala, «la creatividad no es un ejercicio con sede en el cerebro. Es una sensación con epicentro en el estómago».

Con proyectos que involucran conceptos nuevos, de grandes dosis de creatividad, experimentación y diversión, ideados para compartir momentos y experiencias inolvidables. Con soluciones para crear ambientes versátiles en cualquier espacio, hogar, oficinas o salones de juego.

Su pasión de este diseñador es crear, unida a la experiencia en el oficio artesano del trabajo del metal, productos icónicos que trasladen a quien los utiliza, a un estado incomparable de diversión y la posibilidad de disfrutar la vida nuevamente, aunque sea por un solo momento.

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