Wall House redefine la arquitectura tropical en Angra dos Reis con un muro de bambú de 60m que estructura todo el diseño. Esta residencia une sostenibilidad, accesibilidad y fluidez, dialogando con el entorno privilegiado de Angra: islas privadas, bosque atlántico y aguas cristalinas que la convierten en el refugio costero más deseado de Brasil.
En una ensenada íntima de Angra dos Reis—donde el Bosque Atlántico besa el océano— surge Wall House: más que una residencia, una experiencia sensorial que disuelve los límites entre lujo y naturaleza. Su muro de bambú de 60m teje sostenibilidad, accesibilidad y fluidez en un diálogo perpetuo con este paraíso tropical de aguas cristalinas e islas privadas.
Firmada por los arquitectos brasileños Gabriela Casagrande y Pedro Sunyé, la casa materializa un diálogo único entre sensibilidades complementarias: la mirada artística y detallista de Casagrande (con formación en el Instituto Marangoni de Milán y herencia creativa familiar) y el enfoque urbano-estructural de Sunyé (discípulo de Jaime Lerner y máster por FAU-USP).
Un hogar multifuncional

El proyecto se articula mediante un muro lineal de 60m de bambú prensado que estructura el terreno, organizando funciones y soportando los dormitorios suspendidos. Este elemento unificador separa servicios y ocio mientras se mimetiza con la vegetación tropical, combinando sostenibilidad material (aunque importado) con honestidad constructiva.
Integración y fluidez espacial

La residencia se compone de tres sectores distintos: en el nivel superior, se encuentran los dormitorios; en el inferior, las áreas de servicio ocultas por el muro de bambú; y al frente de este, la sala de estar, cuyas puertas ventanas alemanas de piso a techo se pliegan completamente, permitiendo que el espacio interior se fusione con el exterior. Esta fluidez espacial se acentúa mediante la elección de materiales naturales —como concreto aparente, mármol brasileño y el propio bambú arquitectónico— que confieren textura y autenticidad al ambiente.

Diseño para todas las edades
El gesto más humano del proyecto: una piscina en espiral revestida de piedra local, diseñada como poema de inclusión para los padres ancianos de los propietarios. Su rampa serpenteante —más que solución técnica— es un acto de cuidado arquitectónico que equilibra autonomía y seguridad.
Esta sensibilidad se extiende a los baños con techos retráctiles, donde la rutina se transfigura: al abrirse, convierten el aseo en ceremonia íntima con la lluvia tropical, blurring los límites entre higiene y experiencia sensorial.
Eficiencia estructural y estética

La Wall House combina técnicas constructivas modernas y conocimientos vernáculos. El espacio libre de 12,5 metros y el voladizo de 6,5 metros son viabilizados mediante postensado estructural, mientras que el concreto estriado evoca soluciones tradicionales de la arquitectura brasileña. Esta fusión entre innovación técnica y materia local da lugar a una arquitectura de alta precisión, donde cada detalle refuerza la continuidad visual y la integridad espacial.
Fuente: www.admagazine.com