Robusta Café / BEYOND

Robusta, en el centro histórico de Zamora, Michoacán, es un proyecto de restauración que rehabilita una casona antigua con máximo respeto a su esencia. La intervención preserva elementos originales como arcadas de cantera y pisos de barro, reforzando estructuras con técnicas tradicionales. Las actualizaciones se integran discretamente, usando materiales vernáculos como madera de pino local y yeso artesanal. El resultado es un equilibrio perfecto entre memoria histórica y habitabilidad contemporánea, donde la casa mantiene su autenticidad mientras renace con nueva vida.

De lo ancestral a lo contemporáneo: el cobre como eje material y simbólic

El cobre martillado —emblema artesanal de la región— articula la identidad del proyecto. Trabajado manualmente por artesanos locales, este material vivo aparece en tres escalas: la barra maciza que domina el espacio, repisas suspendidas que atrapan la luz, y luminarias escultóricas fundidas in situ. Su pátina cambiante —que oscila entre rojos intensos y verdes oxidados— dialoga con los muros de tierra apisonada, creando una narrativa material donde lo contemporáneo reinterpreta lo tradicional.

Patrimonio transformado: la madera que narra y los azulejos que perdura

La madera recuperada de antiguas vigas se transforma en mobiliario y revestimientos, conservando sus marcas históricas y la huella del tiempo en cada veta. Este material convive con azulejos michoacanos de fabricación artesanal, cuyos patrones geométricos y tonalidades tradicionales – azules profundos y blancos terrosos – enriquecen las superficies con textura y memoria local. La combinación de estos elementos crea un diálogo entre lo orgánico de la madera envejecida y la precisión artesanal de la cerámica, estableciendo un puente material entre el pasado y el presente.

Robusta: donde el café y la memoria se funden en un refugio con alma zamorana

Robusta trasciende el concepto de café para convertirse en un hito urbano: un refugio donde la comunidad se reconoce. La arquitectura – con sus muros que guardan memorias y materiales que hablan el idioma local – crea un espejo material de la identidad zamorana. Esto no es museografía: es patrimonio habitado, donde cada taza se sirve entre vigas centenarias y bajo la luz tamizada por celosías de madera. El espacio invita a quedarse, a hacerlo propio, demostrando que la mejor conservación es el uso amoroso del tiempo.

Fuente: www.archdaily.mx

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